Cuando cortamos un vínculo, nuestro alma y corazón sufre el dolor del quiebre. Es normal sentirnos todavía atados y nos cuesta superar el dolor de la pérdida. Energéticamente se siguen sosteniendo los lazos de la relación que cuestan mucho tiempo cortarse (a veces nunca) alargando una agonía incesante. Es por ello que al finalizar un vínculo, se realizan este tipo de rituales con el fin de soltar y dejar ir el dolor. No es casualidad que estés leyendo esto, seguramente necesites este desapego.